Entre 1970 y 1975, se calcula que más de 400 mil brasileños se han establecido en el Paraguay. Este movimiento, poco a poco, hizo con que el enclave sojero en la región Oriental formara un territorio igual en tamaño a aquél que Paraguay cedió al Brasil después de la Guerra contra la Triple Alianza. Varios factores convergieron para llegar a esta situación, pero si uno de ellos puede ser elegido va por el nombre de Alfredo Stroessner – y la dictadura encabezada por él.

Al selecto club de los amigos del dictador se otorgaran más de 6 millones de hectáreas. Un promedio de 4.600 hectáreas por persona. Muchos de ellos eran militares y dirigentes del Partido Colorado, quienes vendieron sus tierras a los colonos y latifundistas brasileños, haciendo una fortuna con un activo en el cuál no tuvieran prácticamente ningún gasto.

En aquel tiempo nacieron muchos de los actuales conflictos entre campesinos paraguayos y brasileños, ya que estas mismas tierras serían originalmente destinadas a la reforma agraria. ¿Cómo se produjo este proceso? ¿Y qué habría llevado a miles de brasileños a cruzar la frontera para establecerse en el Paraguay?

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64,1% de las tierras privadas en el Paraguay presentan irregularidades en su titulación. Esto representa el 19,3% del territorio paraguayo. Una superficie equivalente a un Panamá en tierras mal habidas.

UMA DITADURA NADA ENVERGONHADA

En 1954, un golpe de Estado organizado por el ejército paraguayo – con el apoyo del tradicional Partido Colorado – ha llevado al poder al General Alfredo Stroessner. Durante los 35 años al mando de la Presidencia, utilizó la concesión de tierras  como un recurso para mantener el silencio y la lealtad de sus aliados políticos. Los números son superlativos.

La Comisión de Verdad y Justicia, creada en 2005 con el propósito de investigar las violaciones de derechos humanos cometidas durante la dictadura, examinó más de 200 mil títulos de propiedad rural concedidos entre 1954 y 2003. En el informe final, se constató que 4.241 propiedades, correspondientes a 7.851.295 hectáreas, presentaban graves irregularidades, suficientes para anular esos títulos.

La comisión constató que 86% de las irregularidades ocurrieron durante la dictadura de Stroessner. Fueron 6.744.005 hectáreas entregadas a través del Instituto de Bienestar Rural, bajo el pretexto de promover la reforma agraria. La ausencia de un catastro de tierras en el Paraguay llevó a un proceso de títulos repetidos, donde un único lote de tierras llega a tener tres o cuatro títulos de propiedad diferentes. Juntos, estos títulos de tierras superan en 124 mil km² el area total del Paraguay.

Tranquilo Favero, mayor productor individual de soja del Paraguay. (Foto: Veja/Divulgación Grupo Favero)

¿BRASIGUAYOS O BRASILEÑOS?

Uno de los ejes de la política económica de Stroessner estaba en la modernización conservadora de la agricultura. Su objetivo era convertir al Paraguay de nación campesina a exportador de rubros agrícolas de alto consumo. La “solución” fue aprovechar a los brasileños, que ya tenían la experiencia en el monocultivo mecanizado de soja en la región Sur de Brasil. Además, la concentración agraria que se difundía en el estado brasileño del Paraná a través de la Revolución Verde, generó una enorme masa de campesinos sin tierra, que se marcharon hacia el Oeste buscando nuevas tierras productivas.

Al vender una pequeña propiedad de 20 hectáreas en Brasil, un colono podía comprar el doble o el triple en el Paraguay. Junto a esto, Stroessner ofreció créditos subsidiados por el Banco Nacional de Fomento del Paraguay, incentivos agrícolas del Plan del Trigo y revocó en 1967 la ley que impedía la venta de tierra para extranjeros en la región fronteriza.

El Brasil, por su vez, postergaba su reforma agraria al transferir el problema para el país vecino. Sin embargo, conforme disminuyeron los créditos durante la “década perdida” de 1980, cientos de brasileños – muchos de los cuales tuvieran hijos nacidos en el Paraguay – trataron de regresar al Brasil cruzando la frontera en busca de mejores condiciones de vida. Como no vivían en el Brasil, tuvieron la ciudadanía negada. Tampoco eran reconocidos en el Paraguay como ciudadanos paraguayos. Se convirtieron en apátridas. De ahí surge la terminología “brasiguayo”.

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Tranquilo Favero habría recibido 110 mil hectáreas de tierras por favores del ex dictador Alfredo Stroessner, según denuncia del líder campesino Rosalino Casco.

Pero no son los brasiguayos el principal factor de conflicto en el campo paraguayo. Junto a los colonos del Sur de Brasil aparecieron grandes latifundistas que, alentados por la facilidad con que Stroessner regalaba las tierras paraguayas, compraron a precios irrisorios enormes extensiones de tierras en la zona fronteriza. Entre ellos, el mayor productor individual de soja del Paraguay, el brasileño Tranquilo Favero.

Dueño de las tierras más cara del país, el “Rey de la Soja” extraña a los tiempos de Stroessner. En entrevista concedida al periódico Folha de São Paulo en 2012, afirmó: “En aquella época se podía dormir con la ventana abierta y nadie te robaba. Estamos empeorando desde entonces”. Para él, la dictadura paraguaya sabía como resolver al problema de los ‘carperos’: “deben ser tratados como mujer de malandro que solo obedece a base de palo”.

CON ITAIPU, UNA NUEVA OFENSIVA

Pero no sólo Favero pensaba de este modo. La exportación de colonos y latifundistas brasileños para el Paraguay fue apenas una de las iniciativas de aproximación entre los gobiernos brasileño y paraguayo.

Desde el final de la Guerra contra la Triple Alianza, había una disputa jurídica sobre el Salto del Guairá, llamado en Brasil de Sete Quedas. El aprovechamiento hidroeléctrico de la región era de importancia estratégica para el Estado brasileño. Frente al impase, el presidente João Goulart asumió en 1963 el compromiso de no avanzar la frontera brasileña sin un acuerdo mutuo entre las partes.

Explosión de rocas al margen del Río Paraná. (Foto: Gazeta do Povo)

Sin embargo, después del golpe militar que depuso Goulart, el Ejército brasileño tomó la ofensiva al enviar en junio de 1965 cuatro batallones de ocupación que tomaron el Salto del Guairá, poniendo en jaque la “diplomacia pendular” de Stroessner. Desde el comienzo de su gobierno, el dictador buscaba reducir su dependencia frente a la Argentina al ensayar concesiones al Estado brasileño, como la construcción, en 1962, del Puente de la Amistad.

La actitud agresiva de la dictadura militar brasileña llevó a la firma de Tratado de Itaipú (1973) y del Tratado de Amistad y Cooperación (1975), ya en el gobierno del General Ernesto Geisel. Muchos de los operarios brasileños que participaron en la construcción de la usina se convirtieron también en estancieros en el Paraguay.

La desaparición del Salto del Guairá, tragado por la represa en el Río Paraná, fue una pérdida irreparable para los pueblos originarios que habitaban los 600 km2 de tierras fértiles sacrificadas durante la construcción de la represa.Esta historia es contada en el documental “Henda’ŷva: Los que no tienen lugar” (Miguel Armoa, 2013).

Además de la pérdida socio ambiental, la entidad binacional creada por el tratado se presentó en condiciones extremamente desfavorables a los paraguayos. El país fue obligado a vender su energía excedente para el Brasil a cambio de una compensación 15 veces inferior al costo de producción. Desde la caída de Stroessner, sucesivos gobiernos paraguayos han intentado, sin éxito, renegociar las condiciones del acuerdo en el tratado.