Desalojos. Campesinos heridos y muertos. Criminalización de las víctimas. Represión de las manifestaciones. Deforestación. En cada uno de estos elementos, en medio a la trama de los conflictos en el campo en el Paraguay, existe una influencia directa de los agricultores brasileños. De Olho nos Ruralistas reunió algunos de estos casos para ilustrar la tensión resultante del avance agroganadero. Algunos de ellos están listados abajo. Otros se desarrollarán a lo largo de la serie Paraguay en la Mira, sobre todo en el ítem Relatos de una guerra.

“Estas personas están en pie de guerra”, dijo el ingeniero agrónomo Miguel Lovera, que presidió el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Vegetal y de Semillas (Senave) durante el gobierno de Fernando Lugo. “Son exploradores e invasores. Hay una pérdida total de la soberanía, del Estado de Derecho. Es un servilismo colonial. ¿A quién puede apelar una familia amenazada por estos sectores? A nadie”.

Conflictos con brasileños en el Paraguay

Lovera destaca el papel de los brasileños en la realización de ‘tractorazos’ por los latifundistas. “El Congreso pretendió cobrar impuesto a los productores de soja, que son el 90% brasileños, en superficie y número de empresas”, describe. “Fue un desafío abierto. Y es sólo una muestra de lo que todo el mundo sabe. Los campesinos son desalojados por la policía y por paramilitares, dirigidos por los brasileños, que los contratan como mercenarios”.

También se refiere a una guerra de los ricos contra los pobres, “de las tropas ricas, aliadas de los invasores, que también son aliados de las multinacionales.” “Y la gente acá en el Paraguay no tienen ningún concepto de lo que esto significa, creen que es así mismo, en todo lugar.”

BANDERA BRASILEÑA FUE INCENDIADA

En mayo de 2008, campesinos en el departamento de San Pedro, 300 kilómetros al norte de Asunción, quemaron una bandera brasileña. Era una protesta contra la deforestación para el cultivo de la soja. La agencia France Presse relató que los manifestantes de Curupayty se declararon “listos para detener el avance de los extranjeros.” Curupayty fue uno de los campos de batalla en la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870). “No permitiremos más que continúen cortando árboles o destruyan los bosques para cultivar soja”, dijo el dirigente Elvio Benítez.

Gafe de la TV Globo motivó protestas en Ñeembucú. (Foto: Reproducción Última Hora)

Este no fue el único episodio con una bandera brasileña. En febrero de 2014 la TV Globo grababa un concierto de arpas desde un globo aerostático en las ruinas de Humaitá, en el departamento de Ñeembucú, en el sur del Paraguay. Era un documental sobre la historia del río Paraguay. Pero, el equipo decidió alzar vuelo con una bandera brasileña. Detalle: entre las ruinas se encuentra la Iglesia de San Carlos, demolida a cañonazos lanzados por acorazados brasileños durante la guerra. Otro detalle: las tropas brasileñas enviaban espías justamente en… globos aerostáticos.

El público protestó. “Rapai ¡Fuera!”, “¡Otra invasión brasileña…!”. “Rapai” es una de las palabras que se utilizan para referirse a los brasileños. Y el equipo de reportaje – liderada por el veterano José Hamilton Ribeiro – tuvo que providenciar una bandera paraguaya acostada a la brasileña, sólo que mucho más grande.

CONFLICTOS CRECIERON EN LOS AÑOS 70

Los conflictos por tierras en el Paraguay son antiguos y se originaron en el proceso de privatización de las Estancias de la Patria. Durante los años 70 y 80, los conflictos se intensificaron con la transferencia de tierras originalmente destinadas a la reforma agraria para los aliados del dictador Alfredo Stroessner. Muchas de estas tierras fueron vendidas o arrendadas a colonos brasileños.

Pero fue en 2011 que los conflictos de tierras en Paraguay ganaron nueva escala, a partir del caso de Ñacunday. En el departamento de Alto Paraná, a 70 kilómetros de Ciudad del Este, organizaciones campesinas ocuparon 28.000 hectáreas de una propiedad que pertenece a la empresa Agro Toro SA, del Grupo Favero – de Tranquilo Favero , empresario y latifundista brasileño. Los campesinos fueron desalojados en febrero de 2012.

El caso fue ampliamente difundido al involucrar a otros colonos y arrendatarios brasileños en la zona. Comenzaron a realizar tractorazos demandando la expulsión inmediata de los campesinos. En los años siguientes, el tractorazo se convirtió en un mecanismo muy común entre los propietarios de tierras en Paraguay, especialmente los brasileños, para expresar su descontento con el gobierno. El caso Ñacunday se detallará en el capítulo Las Corporaciones.

Masacre de Curuguaty
Cruces indican local de las muertes en Curuguaty. (Foto: Paraguay en Noticias)

CONFLICTO DESTITUYÓ UN PRESIDENTE

Desde Ñacunday las ocupaciones de tierras por campesinos se han convertido en una estrategia generalizada de la lucha por la reforma agraria. La reacción a ellas también se ha vuelto más agresiva por parte del Estado y de los latifundistas. En 15 de junio de 2012, una de esas represiones resultó en 17 muertes: 11 campesinos y 6 policías.

Alrededor de 300 policías armados, apoyados por helicópteros, entraron en el asentamiento Marina Kue en el distrito de Curuguaty, departamento de Canindeyú. Las 2.000 hectáreas pertenecían a la Armada Paraguaya, pero eran reclamados por la empresa Campos Morombí, perteneciente al líder del Partido Colorado, Blas Riquelme. La “masacre de Curuguaty” fue el peor entre los conflictos agrarios de la historia reciente del Paraguay.

Aprovechando la enorme repercusión del caso, el Congreso del Paraguay, liderado por el Partido Colorado, movería el proceso de impeachment contra el presidente Fernando Lugo. Sólo seis días después de la matanza, Lugo fue destituido de la presidencia del país.

CAMPESINOS CRIMINALIZADOS

En los años siguientes a la destitución de Lugo – definida por muchos analistas como un golpe parlamentario, lo que llevó a una suspensión temporal del Mercosur – los conflictos se han multiplicado en el campo paraguayo. Con este aumento, también se inició la criminalización y la judicialización de la lucha campesina.

Un estudio de Base Investigaciones Sociales muestra que, entre 2013 y 2015, fueron registrados 43 conflictos. En total, 273 campesinos sin tierra fueron detenidos y otros 460 sufrieron proceso judicial. De estos, 39 fueron condenados. La encuesta también encontró que 87 personas han sido heridas o torturadas por la policía o agentes de seguridad privada contratados por los latifundistas. En 16 casos hubo destrucción de bienes incluyendo incendios en los hogares y plantaciones.

En la región fronteriza con el Brasil se concentra la mayor parte de los casos: 32% en Canindeyú, 28% en San Pedro y el 12% en Alto Paraná. De las 52.863 hectáreas en disputa, el 56,5% son propiedades privadas. Más del 60% de las tierras en disputa están en manos de extranjeros, en su mayoría de brasileño

AGROTÓXICOS: UNA BATALLA AEREA

Además de los casos de violencia, el Paraguay se ha convertido en un laboratorio para el uso de agroquímicos. Con gran impacto en la población rural. Con poca regulación y una fiscalización complaciente, los productores de soja en el Paraguay, cada vez más, usan pesticidas prohibidos en otros países, incluso en Brasil.

Los efectos sobre la salud pública son visibles. Paraguay ha experimentado un aumento en la malformación de fetos debido a la exposición directa a los pesticidas. La pulverización aérea es recorriente en todo el país y frecuentemente desconsidera las barreras vivas exigidas por ley. También creció la incidencia de muertes asociadas con intoxicación.

Protesta por la muerte de niños intoxicados por agrotóxicos. (Foto: Millones contra Monsanto)

“No se sabe bien de dónde vienen estos plaguicidas”, dice Miguel Lovera. “Vienen con etiquetas y marcas procedentes de China. Pueden ser descartes de industrias chinas. El derramamiento de pesticidas es lo más parecido a una guerra. Y en realidad es una guerra. Las personas que están vertiendo veneno están en guerra. Le ponen tres veces al día”.

En 2003, Silvino Talavera, 11 años de edad, murió de intoxicación por pesticidas. El veneno fue vertido por productores brasileños de soja, en el departamento de Itapúa. Condenados por el asesinato de Silvino, los estancieros Hermann Schlender y Alfred Laustenlager quedan libres.

En el capítulo Relatos de una Guerra exploraremos estas y otras historias que involucran propietarios brasileños. Como veremos más adelante, los conflictos van mucho más allá de los colonos brasiguayos. Ellos se refieren esencialmente a grandes propietarios y sus empresas. Y sus rastros de explotación social y ambiental en el territorio paraguayo.